Rosa Cruchaga de Walker

Reportaje realizado por MARIA ELENA AGUIRRE, PARA EL CUERPO E, ARTES Y LETRAS
de El Mercurio, del Domingo 27 de Septiembre de 1987

Los Escritores Y Su Verso Favorito

 

 

            El reportaje lo encabeza María Elena Aguirre señalando lo que sigue:

 

"Fue difícil. Todos decían que un verso era muy poco, que elegir era una tarea casi imposible. Pero aquí están. Fueron seleccionados con esmero y el resultado fue significativo. Con estos versos los escritores nos dejan asomarnos a ese universo que cada uno lleva dentro de sí".

Y estos son los  ocho poetas a los cuales se les pidió señalar su verso favorito:

- José Miguel Ibáñez, quien escogió "Polvo serán, mas polvo enamorado, de Francisco de Quevedo"
- A  Erik Polhammer, quien escogió, "La cántiga ondulosa de su trémula curva no ha mecido mis sueños,  de Leon de Greiff."
-  A Miguel Arteche,  quien  escogió "Me parece nuevo o como no visto, de Gabriela Mistral"
- A Oscar Hahn,  quien seleccionó: "Polvo serán, mas polvo enamorado, de Francisco de Quevedo".
- A Rosa Cruchaga, quien seleccionó: "Irías a ser ciega que  Dios te dio esas manos, de Vicente Huidobro".
- A Raúl Zurita, seleccionó: "Lector: tú no estás leyendo un libro, estás tocando una persona, de Walt Whitman".
- Eduardo Anguita  quien seleccionó: "no hay mayor soledad que la del hombre frente a la Belleza...de Eduardo Anguita"     y completando este  grupo de ocho,
- Y a Jacqueline Balcells, quien  escogió:  "Torres  de Dios! ¡Poetas!, de Rubén Darío

A continuación la respuesta  que dio  Rosa Cruchaga sobre su poema favorito, ella eligió:

"Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos",
(Vicente Huidobro)

 

 

 

 

 

"Mis predilecciones por algún verso han variado con mi edad. En mi soledad quinceañera el preferido era del colombiano José Asunción Silva, quien refiriéndose a una pareja con "amor imposible", escribió:
Y eran una sola sombra larga.
Cuando tuve 30 años, haciendo examen de conciencia - y de culpas -, preferí, del inglés Gerald Manley Hopkins, en su salmo "Gloria demos a Dios por las cosas manchadas", su frase
Por los cielos con nubes, igual que una vaca holandesa.

Ahora, ya cincuentona, y harta de observar las tergiversaciones que se hacen del amor humano: me quedo con el siguiente verso de Vicente Huidobro.

Irías a ser ciega que Dios te dio esas manos.

Esa afirmación huidobriana aunque no contiene términos enjundiosos significa amor humano sobrehumanizado.  Queda claro que él no se limita a alabar la belleza o suavidad de unas manos amadas. No las compara con los típicos "pétalos color marfil" que aluden sólo a una estética manual. Ni a las virtuosas manos de arpista o bordadora; o las generosas en dar y acariciar a los niños o al amado. Las manos de un ciego son mucho más que todo eso. Son intuitivas, parecen pensativas y, luego, sobrenaturalmente decididas. Las hemos observado gobernando la correa de un perro. Este parece ser  lazarillo, pero en el fondo es guiado por el sexto sentido del no vidente. He visto manos de ciego corrigiendo, a tirones, el recorrido que quiere imponerle el animalillo. (Generalmente amaestrado por videntes, que ven sólo lo visible.)  Con irías a ser ciego que Dios te dio esas manos, entiendo que Huidobro percibía en esas manos de mujer un poder silencioso, sabio, que a él lo incorporaba en las dimensiones sobrehumanas que todos gozaremos después de muertos."

Portada del cuerpo E, Artes y Letras, El Mercurio
           
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