Rosa Cruchaga de Walker

Durante el año 1987 Rosa Cruchaga escribió semanalmente para el diario La Época, unos 29 artículos de prensa.

Uno de estos artículos se refiere a Abraham Lincoln, "Abe", el gran norteamericano, defensor de los esclavos. Este es el texto:

"Buena leña de Kentucky

- Triste sería morir dejando la patria en tal estado. Sería como haber vivido en vano.

Son palabras de un leñador que de noche estudiaba la abogacía.

Se definió a sí mismo como el 'de piernas suficientemente largas para llegar hasta el suelo y nariz puntiaguda para husmear el peligro'.

Creció en hogar poco ejemplar y se le apodó 'el honrado Abe'.

Fue desdichado en su matrimonio y abolió la esclavitud de los demás.

Blancos y negros llegaron a llamarlo 'nuestro gran padre Abraham'.

La esclavitud abolida por Lincoln, camufladamente prevalece.

Los que hoy son castigados por diferir con los amos de turno ¿no son en el fondo, esclavizados?.

Los que hoy comparten aquella estatura espiritual, y tienen sensitiva nariz, sienten como propias estas frases de Lincoln:

- 'Quien  priva a sus prójimos de la libertad, no merecen disfrutar de ella.

- Si el Altísimo hubiera creado seres para que coman sin trabajar, los habría hecho con incontables bocas y sin brazos. Si hubiera creado otros; para sólo trabajar, y sin comer, no les hubiera dado boca pero sí manos numerosas.

- Resulta muy difícil privar a un ser humano de la vida, sabiendo que, de un plumazo, puede uno salvarle'.

Negros y blancos fueron su preocupación y también los pieles rojas.

Para un jefe indio, muerto de peste, el Presidente Lincoln compuso este epitafio:

'Aquí yace el pobre Johny Kongadod.
en compasión de él Dios bondadoso.  Como él haría si fuese Dios.

Y tu; el pobre Johny Kongadod'.

Por su altura 'el honrado Abe' después de su asesinato no cupo en ninguna caja.

Debió enterrársele esquinado".

Santiago 8 de julio de 1987.

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Y aquí  otro de sus artículos, titulado "Ultimas Palabras", que dice así:

"En estos tiempos que corren conviene tener preparados dos tipos de últimas palabras. Unas, por si somos asesinados. Y otras: por si morimos naturalmente, sea de enfermedad o de miedo..
Entre los asesinados se me destacan dos por la nobleza de sus palabras postreras El senador Robert Kennedy, recién baleado susurró: '¿Alguien más está herido?. María Goretti, desangrándose con los cortes (cuchillo carnicero) del que pretendió violarla dijo, varias veces:" No supo lo que hacía. Perdónalo ...'

De los que murieron a las buenas y lejos de su patria recuerdo palabras últimas de Gabriela Mistral y de Bernardo O´Higgins. Este, obsesionado por la desconsideración del gobierno chileno en el extremo sur, y por la urgencia de poblarlo y avivarlo dejó al fin un encargo lacónico. 'Magallanes'. Gabriela; mientras abandonaba los reconocimientos de este mundo, exclamó 'Triunfo'.

Un caso de ejemplar ternura fue el de esa vecina pobre, en Pomaire, que minutos antes de fallecer preguntó a su hijo de cinco años: '¿Tomó su desayunito?'.

Hay últimas palabras risibles por su irrelevancia. Por ejemplo ese señor casado con pianista muy practicante. Antes del último suspiro, él hinchó pulmones y gritó con toda su alma en un desgaste supremo:  '¡¡¡ Me carga Schubert !!!'. Y aquella dama que agonizó larguísimo y ya ansiaba el descanso, dijo cuatro veces - con intervalo de tres minutos las mismas últimas palabras: '¿Todavía en Almirante Barroso?'.

Conviene tener listas nuestras últimas palabras. Y de los dos tipos; para muerte natural y de las otras. Pues no sabemos el como, 'ni el día ni la hora'".

Santiago, Miércoles 1º de julio de 1987

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Otra trascripción de un artículo, esta vez, sobre sir Tomas Moro:

"Vocación de ministro

Por referirme en la semana que esta dedicada a las vocaciones consagradas a sir Thomas Moore (que fue casado, viudo y recasado) apareceré como 'abogado del diablo'.

Pero no.

Y ustedes verán - por la despedida que él escribió a su hija Meg, desde la  Torre de Londres - que al fin el pudo abrazar el estado religioso integral. Esto, meses antes de morir 'con una dignidad de un filósofo y la fe de un mártir', según cuenta un hagiógrafo.

Por oponerse a la inmoralidad reinante fue acusado de 'alta traición'. Su cabeza rodó bajo el hacha, no sin que antes él pusiese a salvo su barba, que creció inmensa en la prisión; y, de explicarle al verdugo 'ella  (la barba) era hacia abajo, y no ha cometido 'alta traición''...

Santo Tomás moro (1478 - 1535) antes de ser canciller de Inglaterra y de fundar familia, sintió vocación franciscana, pero su confesor lo disuadió. El obedeció a un flaco fraile más que lo que obedecería a un gordo rey. Si Tomás Moro hubiese sido célibe, no sería su yerno William Roper, quien fue su  biógrafo más ferviente.

Literalmente 'ferviente' puesto que el ex antipapista Roper confiesa haberse 'convertido' gracias al ejemplo de vida y de muerte, dado por su padre político en la casona de Chelsea y en el Cadalso.
Si Tomás Moro hubiese ingresado a un convento ,hoy no sería el patrono de los ministros de Estado (cualquiera sea el peinado de estos... y  que tanto necesitan de una asesoría bienaventurada)

Si él exclusivamente se hubiese dedicado a teología y mística ( y no además, como en su caso) no existiría La Utopía (sociología política).

Y por esta obra su autor Tomás Moro del primer escrito en prosa del idioma inglés (1518). Si él hubiera muerto rodeado de ascéticos hermanos y no decapitado por los cortesanos; no quedarían rastros históricos de su repudio a la poligamia gangrenosa de Enrique Octavo. Tampoco, existirían cartas sesudas entre él y Erasmo de Rotterdam. Cartas magnas de Humanismo, escritas en ecuménico latín, entre un católico romano y un protestante indeciso.

Durante su presidio en la Torre de Londres sir Thomas Moore compuso esta laical oración:
Señor, danos una buena digestión / y naturalmente algo para digerir. Danos salud del cuerpo y buen humor / para tener alma sana, Señor. No permitas que tomemos demasiado en serio / esa cosa entrometida que se llama el 'Yo'".

Santiago 20  de mayo de 1987.

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Y otro artículo más, esta vez, sobre José María Souviron:

"Nostalgias de José María Souviron.

Volví a sitios madrileños que hace 20 años conocí, guiada por Souviron. El era de un romanticismo raro, en que mezclava la crítica con la añoranza de eso mismo que criticaba.Se definía a sí mismo como español neto y chileno por elección, lo que no dejaba nada clara su nacionalidad de espíritu.

Estando en la Península sentía saudades de Chile y estando acá:morriña de Málaga y Madrid. Y puntualizaba que no sabía qué era más penoso si saudade o morriña. Este año revisando el Madrid Viejo me sentía andando con él, que ya no está, y reviví sus palabras .En la Plaza Mayor creí oírlo de nuevo: "Aquí en medio, en vez de esa estatua del reyecito metálico, antaño ardía la hoguera de la Inquisición". En la iglesia de San Ginés recordé su fervor irreverente: "Mira que sucio el paño con que el monaguillo desinfecta el rrelicario, entre beso y beso de las acatarradas. El máximo milagro consiste en que la que busca sanación del asma no se contagia con difterias y cánceres de los besos anteriores"

En la calle Caballero de Gracia ahora pupulaban, como hace años, mujeres pintadísimas. Su comentario fue entonces: "Pobrecillas. Te aseguro que escogen esta calle buscando, subconscientemente, reivindicarse. Esperando alcanzar Gracia del Caballero de  Arriba.
Por esos años sesenta publicó El píncipe de este mundo recopilación de textos referentes a Satanás con comentarios de Souviron y un irrebatible epígrafe de Baudelaire: "La mayor astucia del Diablo consiste en haber convencido al mundo de que él no existe". Le critiqué el no haber incluído a Papini, importante en el tema demonológico, y respondió que éste cayó en la herejía de orígenes. (Afirmar que al fin de los tiempos Satán sería absuelto).  "El mal personificado asumido por la Perfección Suma no es posible. Y además mi libro es  contra el Demonio y no a favor de él".

    Ahora, sola, lo recordaba en una  mesa  callejera frente a un vaso de horchata de trufas, que antaño era sabor inocente pero ahora de aspecto de caldo de cultivo. Al encaminarme al paradero comprobé cómo la charla de hace 20 años me hacía impermeable al fluído aire de la Sierra. Recordé su comentario en un último encuentro: "Debo centrar mi vista en la Puerta del Sol. Pero cuánto duele darle la espalda y por siempre a la Plaza de España".

Santiago, 25 de marzo de 1987.

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ARTÍCULOS DE PRENSA ESCRITOS POR ROSA CRUCHAGA

           
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